La llegada del COVID-19, impactó muchos sectores entre ellos, el de las viviendas universitarias, puesto que dependía principalmente de la presencialidad para el desarrollo de su labor. Sin embargo, la emergencia sanitaria sirvió como una ventana de oportunidad para encontrar un margen de acción efectivo, acoplándose así a los desafíos que implican una pandemia global.
Desde la apertura del proyecto en el año 2.017 City U se convirtió en el referente nacional y regional en modelos de ecosistemas universitarios integrales con enfoques en la experiencia y bienestar de su comunidad, compuesta por habitantes y visitantes. El cuerpo estudiantil y la comunidad universitaria se convierten así en la base y centro de este proyecto que integra gastronomía, comercio, entretenimiento y la cultura bogotana. City U contribuye como complemento experiencial de la formación académica en la capital del país.
La educación universitaria de la mano con los sectores e industrias que la sustentan son un caso particular del que poco se habla pero que tiene ciertas reflexiones por compartir. Precisamente a partir de estas vivencias e historias se logra expresar y evaluar los distintos efectos, así como las oportunidades que surgieron para poner en marcha un proceso de reinvención situando a iniciativas como City U como parte de los sectores con una recuperación dinámica, de crecimiento estable y continuo.
City U en los meses pre-pandemia, propiamente marzo del año 2.020, contaba con una comunidad de aproximadamente 800 residentes y para el segundo pico de contagios, tres meses después, se registró una disminución considerable en el número de residentes (-70% de una disponibilidad total de 1.600 camas). Adentrados en la fase de vacunación nacional, la disminución de las medidas de contención del COVID-19, sumados a la asimilación de ‘la nueva normalidad’, la reactivación económica y el retorno a modalidades híbridas de clases se inició el periodo de recuperación e incremento pausado de la presencialidad de quienes asisten a las distintas universidades alrededor del complejo de City U. Así las cosas, para agosto del año 2.021 había una tasa de ocupación estudiantil del 50% llegando a datos de meses pre-COVID para noviembre de ese mismo año.
Existe un antes y un después y durante la pandemia City U amplió las herramientas necesarias para percibir su identidad y valor a partir de una proyección multifuncional. Una apuesta a la experiencia desde distintas aristas y niveles. Las tres torres de color azul y verde que adornan el centro de Bogotá van más allá de una oportunidad de vida universitaria para alumnos y la comunidad educativa en general trascendiendo a una serie de experiencias irrepetibles para quienes entran en contacto con City U.
Denominado quizás como ‘el efecto City U’, este espacio es una oportunidad de experimentar la oferta gastronómica, con cerca de 30 locales, a la espera de abrir 12 más en los próximos 3 meses. Al mismo tiempo brindando diversos servicios y apoyos en materia de salud, tecnología, cuidado y acompañamiento con el programa USense. Es imperativo hacer mención que City U vela por las necesidades y el acompañamiento en la adaptación a esa nueva vida universitaria y que ante todo es una experiencia de vida en la cual los jóvenes inician su proceso hacia la independencia de manera responsable.
Javier Nieto, gerente general de City U, afirma que parte del éxito del proyecto como una colectividad académica reside en el valor agregado que brinda la diversidad de quienes construyen ese espacio de comunidad, permitiendo compartir y aprender, logrando un crecimiento integral en la experiencia que es City U y a través del apoyo de la dirección de experiencia a través del concepto USense.
La integración nacional en estos contextos sirven para enriquecer espacios académicos, sociales y personales. La Ciudadela universitaria más grande de América Latina cuenta actualmente con un 63% de residentes de distintas regiones de Colombia, donde hay mayor presencial de: Santander #1 (13,6%); Valle del Cauca #2 (9,4%) y Boyaca #3 (5,6%). Un dato interesante es la alta afluencia -inesperada quizás- de bogotanos que encuentran una oportunidad para hacer parte de la comunidad de City U. Si se comparan los datos de hoy con aquellos del 2019 vemos un alza del 74% de residentes capitalinos. Bogotá resuena cada vez más en un escenario donde cuestiones de los largos tiempos de desplazamiento y la distancia entre municipios aledaños o la apuesta a una independencia familiar temprana ganan más atención entre los mismos bogotanos que residen en City U.
Es importante resaltar que Bogotá a través de los años se ha convertido en el destino preferido de estudiantes no solo de distintos departamentos del país, también de la región Andina.
Mientras existan proyectos con un propósito integral como City U tanto en el papel como una realidad convertida en concreto, se abrirá la oportunidad para que las ciudades que alberguen este tipo de proyectos multifuncionales se consoliden como el epicentro nacional de capital académico y profesional. Sin duda alguna, Bogotá es una apuesta estratégica en la propuesta de valor que representa City U, tanto en términos de una experiencia de vida como de aprendizaje en tanto también se preste para ser un espacio que promueve la cultura, el arte y el entretenimiento.
En distintas ocasiones, el éxito de un proyecto no está definido por su producto o resultado final; la re-estructuración prudente con una redirección en sus objetivos resulta ser la alineación necesaria para lograr superar obstáculos y adversidades como una pandemia global. City U, como ejemplo, logró leer las dificultades que surgieron de la pandemia usándolas a su favor posicionándose como una experiencia a partir de su ecosistema de vivienda, gastronomía, entretenimiento y cultura aumentando así su ocupación a casi 1.200 camas para el primer semestre del año 2.022. El éxito de tener una identidad con vocación multipropósito.
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