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Foto del escritorRamiro Parias

En Medellín, restaurante pide a sus clientes guardar el celular cuando ingresen

Susana Uribe comprendió que pasaba más tiempo observando su celular que conversando con su novio. Lo había notado en otras personas, pero nunca lo vio como un problema.

Aquel jueves, a la mesa del restaurante Delirio, en El Poblado de Medellín, una propuesta la sorprendió y la hizo sonrojar.

—¿Le parece bien si guardamos su teléfono mientras disfruta de su almuerzo?

Aunque por unos segundos lo pensó, aceptó la que consideró una atrevida petición. Durante dos horas estuvo sin celular, y el rato fue agradable. Al final, como recompensa, le pusieron una botella de vino en la mesa.

Esta cruzada contra la tecnología en espacios donde se disfrutan un exquisito plato y una buena copa y compañía es liderada por la empresa Dislicores y su marca de vino Castillo Molina.

La prueba piloto la están realizando en 10 restaurantes de Medellín y consiste en abordar a los comensales para explicarles la problemática social que está ocasionando lo que ellos mismos consideran la ‘nomofobia’ o dependencia a los smartphones.

Según Alejandro Arango, representante de Dislicores, la estrategia Cell Parking comenzó en el 2013, en Santiago de Chile, por la empresa Viña San Pedro, creadora de Castillo de Molina.

“La invitación es a que se desconecten de la tecnología para volver a disfrutar de esas conversaciones que hace tiempo se perdieron por la manía de tener su celular en la mano y estar ‘hiperconectados’ ”, explicó Arango.

Los equipos son guardados en casilleros. Cuando el cliente lo desee se lo devuelven y, para incursionar con la idea, les regalan una botella de vino Castillo Molina.

La idea es extender la estrategia a Bogotá, Cali y Cartagena. También se busca que sean los mismos clientes quienes tomen la iniciativa de guardar el celular en el casillero, y que no sea una política del restaurante.

Ricardo Trujillo, propietario del restaurante Delirio, asegura que, en los 15 días que lleva el plan, los resultados han sido satisfactorios.

“Cuando la gente acepta guardar el celular disfruta más la comida, de la compañía, el momento, el sitio. Me gustaría mantener la campaña porque sé que hay buena aceptación”, dijo.

Susana Uribe desea que su novio no le vuelva a reclamar por usar su celular. Confía en nunca sentir el tedioso silencio de dos personas adictas a sus smartphones.

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